A diferencia de otras naciones norteafricanas, Marruecos ha estado hatbitado desde tiempos inmemoriales.
Los bereberes, o imasighen ("hombres de la tierra"), se instalaron hace miles de años y llegaron a controlar todo el territorio comprendido entre
Marruecos y Egipto. Divididos en clanes y tribus, siempre han guardado celosamente su independencia y precisamente esta característica les ha
ayudado a conservar una de las culturas mÁs fascinantes del continente.
Es la puerta de África que abre el paso hacia un continente todavía por explorar. Pero, sin ir más allá, en estas tierras
se puede disfrutar de lo mejor de la cultura islámica. Las cuatro ciudades que en algún momento de la historia han sido capitales de este
reino, Rabat, Marrakech, Fez, Meknes, reciben al visitante mostrando su mejor cara en un recorrido inolvidable.
Ciudad de tradiciones y personalidad seductora. Sus calles estrechas, sus aromas, sus sabores, playas y montañas atraen al visitante curioso.
Es un destino único y tentador, poco conocido que siempre sorprende con su cocina altamente refinada y reconocida por sus fuertes combinaciones de sabores.
Más de la mitad de los turistas que visitan el país provienen de Europa, además su clima mediterráneo brinda la posibilidad
de visitarlo en cualquier epoca del año. El turismo es la segunda actividad más importante del país.
El viajero descubrirá bellas mezquitas, madrasas o escuelas, mauselos, palacios, patios y jardines y podrá degustar una gastronomía
refinada, que mezcla como mediterránea, oriental y africana. Durante la Edad Media Españ y Marruecos fueron tierras hermanas en el idioma,
las costumbres, las artes y la religión, y aún se conserva alguna influencia española en el país marroquí.
Es un país con un bello entorno natural, en el que predominan las playas de aguas cristalinas y calas casi inaccesibles, además de
majestuosas cadenas de montañ en el Rif y el Atlas, y verdes oasis en el desierto.
Un país con una variada cultura que merece la pena descubrir.